EL «buen” padre exige obediencia, premia y castiga. Insiste en tener razón y en que el niño está equivocado. Asume las responsabilidades del niño, lo sobreprotege. Da, pero con condiciones. Exige perfección. Se preocupa demasiado por «el que dirán». Presiona al niño para que lo haga quedar bien. Se siente culpable al decir que no.
El “buen”padre genera como posibles resultados niños rebeldes. Que creen siempre tener razón. Que esconden sus verdaderos sentimientos. Lo que le puede producir ansiedad. Niños vengativos, que se sienten resentidos con la sociedad. Que tienen lástima de sí mismos y culpan a otros por sus errores. Se sienten inadecuados. Esperan que los otros les den. Sienten la necesidad de ser superiores.
El padre responsable, en cambio, cree que el niño puede tomar decisiones. Que es igual que los demás. Cree en el respeto mutuo.
Sabe que, como humano, puede ser imperfecto.
Su comportamiento le permite al niño escoger entre varias alternativas. Lo estimula para que tome iniciativa. Cree en él y lo respeta. Lo estimula para que sea independiente. Le da libertad de decisión y de responsabilidad. Evita que el niño se sienta culpable.
El padre responsable obtiene como posibles resultados niños que sienten confianza en sí mismos. Cooperadores, que tratan de resolver problemas. Niños que aprenden a tomar decisiones, respetuosos de los demás y de sí mismos. Creen en la igualdad. Que se fijan metas realistas. Que se enfocan en las virtudes. Ven los errores como un reto para seguir adelante. Tienen el valor de probar nuevas experiencias. Niños tolerantes y pacientes. Con buenas relaciones sociales.
Que saben cuándo decir que «no».
Creen que todas las personas son importantes.
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